jueves, 8 de octubre de 2020

El árbol


He creído antes que soy un árbol:

la cabeza, copa; el cuello, tronco; y de ahí para abajo

solo raíces, desde el hundimiento de la garganta

en el abismo de la clavícula,

hasta el dedo pulgar de los pies”

 

Olga Lucía Martínez Castellanos  

 

“...me miro y me crecen como ramas...”

Liliana Moreno Muñoz

 

Yo era delgado, sacudido por la tempestad. Mis ramas, por el viento. Nací en un país extraño habitado de bruma. Mi frágil cuerpo no huía de la lluvia. Sin saber crecer nunca aprendí a correr. Los pájaros diseñaron sus nidos en mi madera. El tiempo se detuvo entre mis ramas. Yo subía con hojas y silbos al cielo y por mis escarabajos ascendían a su antojo. El musgo se adhirió a mi madera. Me habitaron insectos. Larvas entre mis grietas oscuras. Me picotearon los pájaros; sus cantos tejieron entre mis ramas. Los amantes gustan dormir contra mi tronco húmedo por tantos besos, entrelazando sus nombres en mi vientre. Pero los amantes saben que algún día el hombre que regó mi tierra, aquel que dejó su cicatriz de amor en mi corteza terrestre, sus huellas en mi piel, arribará con más hombres, vendrán con sus cuchillas a cortarme en partes iguales, para transformarme en mesa o en puerta de una casa. Seré lápiz o puente en la noche sin caminos. Y fabricarán conmigo la más elemental cuchara para alimentar al pueblo. Así sabré que fui útil para todos.