Bailan en la noche con
sus endemoniadas máscaras
hechas de cóncavas
noches alrededor del fuego y
de las risas de la
chicha –sagrado licor, ambrosía
de los fecundos dioses que
poblaron la tierra-.
Todo celebra la bacanal
de los cuerpos en fiesta:
Los niños bailan
disfrazados de esqueletos
y en filas renacen de
la loca cópula de la muerte.
Los adultos se visten
de húmedas hojas de plátano
y purifican sus almas
bajo la luz de la luna.
Las mujeres se untan su
secreta mezcla de rocíos amargos
(diarios
sudores fríos que saben a mango)
y un poco de tiempo sobre
sus apolíneos senos.
Los viejos insisten ser
niños.
Y todos cantan llorando
riendo danzantes
al ritmo del tambor haitiano
que añora su raza…
Ese tambor que convoca
serpientes, aves y lluvias,
provoca inundaciones y
nos avisa cuándo llegará
la muerte,
ese tambor de carnaval que
es el alma de mi pueblo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nació en Zipaquirá el 24 de noviembre de 1977. Participó en los colectivos literarios Fundación Siembra, Zaguán de Poesía y Los Impresentables. Es Hermano de la Salle. Publicó el poemario Estación del fuego en 2007. Ha obtenido varios reconocimientos literarios: Primer puesto en el II concurso “La memoria de nuestros pueblos”: Homenaje a los estudiantes caídos en soledad" (2013); mención en el IX concurso Bonaventuriano de Cali (2013); mención en el XXVI concurso de Poesía y Cuento de la Universidad Externado de Colombia (2013), segundo puesto en el XII concurso de poesía Eduardo Carranza (año 2014) y mención de honor en el XII Concurso Bonaventuriano de Cali (2016). Ha publicado artículos y poemas en varias revistas literarias. Colaboró como columnista en la revista digital Vórtice (2015).