viernes, 19 de junio de 2015

CUADERNOS DESTRUIDOS





Acá me sangran los dedos
con sólo extraer estas palabras de su sitio.
Las pulo bajo el silencio puro,
roca dura
y deforme.
Una cadena arrastro cuando escribo,
cuando cavo entre las palabras de la mina.
El rostro se me tizna de oscuros adjetivos
y visto del color de los presentimientos.
De tanto picar esta música incrustada y deforme
mis manos son un mapa sangriento.
Mi cuerpo se dobla por el peso del silencio
donde socavo la fuerza.
La lluvia rompe mis zapatos con su furia.
Y hasta el aire no es sino una mínima derrota,
una mínima derrota arrendada
y un pequeño olvido prestado.
Llueve mientras escribo encadenado al aire obrero,
mientras un tren espera en este renglón
a sus pasajeros vestidos de recuerdos.



Traducción al Eslovaco de Cuadernos Destruidos
Por Martina Capova


ZNIČENÉ ZOŠITY

Krvácajú mi prsty
Už len keď tieto slová vyťahujem zo zásuviek.
Obrusujem ich v úplnom tichu,
Tie tvrdé a neforemné skaly.

Keď píšem, vytváram z nich reťaz
Ako keby som kopal v bani slov

Tvár sa mi začierňuje tmavými prívlastkami
A odievam sa do farieb mojich predtúch
A keďže toľko hrám túto vyšperkovanú a znetvorenú melódiu
Moje ruky sa menia na krvácajúcu mapu
Moje telo sa zohýba pod tiažou ticha, už nemám silu.

Dážď zúrivo trhá moje topánky. 

A ešte aj vzduch je iba malá útecha,
Malá prenajatá útecha

A malé požičané zabudnutie.

Prší kým píšem v tomto utrápenom vzduchu
Zatiaľčo v tomto riadku vlak čaká

Na svojich pasažierov oblečených v spomienkach.



Primer Puesto: 
II concurso "la memoria de nuestros pueblos": 
Estudiantes caídos en soledad"
2013


jueves, 14 de mayo de 2015

¿Dónde está la cuchara de Silva?





“¿Dónde está la cuchara de Silva?”


¿Dónde está la cuchara de Silva?



Por Alexánder Buitrago Bolívar (@Al1234com)*


La pasada Feria del Libro de Bogotá fue un espacio cultural, académico -y comercial, sobre todo esto último-, para encontrarme con amigos que lanzaban sus libros de poemas madurados por la experiencia del tiempo y la paciencia para corregir-olvidar-corregir; libros cuyas ediciones fenomenales incitaban a degustar, a devorar la totalidad de los versos contenidos; aunque vi también libros de bella edición que ofrecían realmente poco. Esta vez, sin embargo, mis pupilas de aprendiz de escritor se detuvieron en libros que debí haber leído y no lo he hecho por falta de tiempo o porque se han cruzado otros libros en mi camino; libros que algún día leeré, me decía bajo el pretexto de aliviar mi culpa; buscaba, en todo caso, otra cosa, y la encontré en el libro snob del momento, el libro que todo Bogotano o chapineruno que se respete debe citar entre amigos para pasar por culto: Chapinero, reciente novela del célebre escritor bogotano Andrés Ospina. Doscientas setenta y nueve páginas. Editorial Laguna Libros.

Vale la pena leerlo porque, sin querer pasar yo por experto en la materia, me parece tiene muchos aciertos. En mi caso personal, me encantó sentir de nuevo caminar al poeta, a nuestro poeta colombiano por excelencia, al bardo bogotano e incomprendido poeta José Asunción Silva quien vivía en lo que hoy es el barrio La Candelaria, centro de la ciudad, a unas pocas calles de la plaza de Bolívar y de la catedral primada de Colombia. Lo leí desinteresadamente, sin buscar lo que hallé en la irrepetible Ilíada o la última novela de Sofi Oksanen, cuya narrativa ya me había traído demasiadas dichas en su novela Purga. Y es que el poeta bogotano, precursor preclaro del modernismo Colombiano y latinoamericano, según la novela Chapinero resulta relacionado con una cuchara de plata, o mejor, en palabras Antón, dueño original de la reliquia “Mi calzador, única joya mía, se quedó extraviado entre esos haberes de los que no sé desde mi fuga”, zapatero venido de Cádiz, prófugo y alpargatero al final de la novela.

La novela ofrece una clara estructura narrativa, una búsqueda por reconstruir, desde el artificio, costumbres e historias de Chapinero –escenario central del relato- desde diferentes épocas a partir de personajes creíbles que, según el mismo autor, se pueden leer por separado o siguiendo el orden de las páginas; una novela –quizás- incardinada en el canon urbano de la violencia, pero, mis sentimientos fueron contrarios: al principio me dejé seducir con la idea fantástica de que lo único que José Asunción Silva pudo rescatar de su naufragio frente a las costas de Maracaibo fue una cuchara, reliquia familiar de los Heredia, única posesión valiosa de Lorenzo, desventurado artista que arma un zaperoco de más de doscientas páginas tratando de encontrar el origen de la cuchara o calzador para, con el dinero de la venta –no voy a decir en cuánto se vendió ni a quién-, solventara económicamente su existencia durante algunos meses. Y luego,  me invadió la rabia: ¿por qué una célebre cuchara y no las obras literarias que jamás pudo reconstruir Silva?

Finalmente, me gustó de la novela Chapinero la presencia de José Asunción Silva y las huellas de su época, una época que poco conocemos o a la cual no queremos voltear la mirada, nosotros, los hijos del poeta, y ver, desde la maravillosa ficción fabulada por Andrés Ospina, otra faceta de Doña Vicenta, la madre del poeta, una madre cercana y dolida por la muerte de don Ricardo Silva y la desaparición de la hermosa Elvira y por el suicidio de su hijo con un disparo que, literalmente, le partió su corazón en dos…e imagino otro final posible, si el caprichoso pulso del escritor hubiese ideado un José Asunción Silva que jamás rescató el calzador de plata de su naufragio sino su obra literaria entera, y, un artista chapineruno poco célebre sin una herencia familiar que lo ayudara a sobrevivir otros meses…