RECUERDOS EN ROJO DE UNA ESTACIÓN DE FUEGO
(Palabras de mi estimado amigo el escritor peruano José Antonio Contreras)
Hace ya un año pasaba hacia Bucaramanga, el avión había realizado una parada en Bogotá, y tenía poco tiempo para embarcarme nuevamente hacia mi destino. Después de cruzar el cordón de seguridad, comprobar nuevamente que no contaba con megas en el celular, caminaba triste al no haberme podido encontrar con una persona con la cual había quedado en El dorado.
De pronto ingresó una llamada milagrosa, era el poeta Alexánder Buitrago, el aeropuerto había activado un sistema de wifi para viajeros que duraba apenas unos ínfimos minutos, fue suficiente.
Corrí de nuevo hacia la salida y pude sentir el abrazo de fuego de este poeta y todas sus palabras. Le entregué 10 ejemplares de la Antología Poética Colombiana “La palabra provocada”, él en cambio, me entregó su Estación de fuego”.
Leí el libro con unción en todo el trayecto hacia esa ciudad hermosa de los parques que me esperaba para dialogar sobre la poesía y la integración cultural de la cual somos partícipes y seguidores.
En esa oportunidad pude entender que “el viento / es una muchacha alegre” y que “hay naufragios / que besar” y “que puedo escribir / que besar / determina / la estación que habita / el fuego”. Esto como un aperitivo antes del ágape definitivo y completo.
Desde ese momento quise escribir sobre este pequeño libro rojo que me ha inflamado las venas en muchas oportunidades, pero el acontecer diario, el trabajo agotador y días y noches que no tenían frontera, no me lo habían permitido.
Cuando llegué a Europa me lo puse como meta, como si fuera alguna responsabilidad hablar sobre este pequeño incendio para que todos mis contactos y seguidores lo conozcan.
Y seguí viajando, y “cruzo / distancias remotas / constelaciones / magnéticas / la / repetida / lluvia quebrándose / el / oleaje / de besos / apenas / celebro / curvas soleadas / pleno / de tus hombros / a tus pies / volando / digital / de besos / subo / por tus piernas / divino / pequeñísimo / para hospedarme / temblando / de pasiones / por siglos / amor / escalo / líneas ebrias / duplicadas / de fuego / cubiertas / de mariposas / nube / hacia la eternidad”.
Y ahora digo en este año que se muere: yo también soy. “Soy mi ayer / fui / buscando / el tiempo / su voz / azul violeta de los campos / rayos de sol / la hierba y las raíces”.
Ya finalizando el libro el poeta grita: “Yo recorro / las huellas que dejan las palabras / distancias / soy / eres / única / como un campanario de besos”.
Estoy seguro que el poeta Alexánder Buitrago está cumpliendo a cabalidad lo que anuncia en el último verso de este hermoso libro rojo que, como vuelvo a repetir, me inflama las venas de vez en cuando, y soy rojo, y soy poesía, y soy hombre que ama y se siente amado: “Iré / ocupando / el sitio de la primavera”.