jueves, 15 de octubre de 2015

El monje ebrio

Volveré a contemplar el mar desde algún peñasco, y traficar con comerciantes que, junto a piratas, nigromantes y alquimistas, venidos de todas partes del mar,  buscan fortuna, venden presagios o quizá  transmutan, con engañosos artificios, y a bajo precio, trastos viejos. Ahí me verás de nuevo esparcir en la plaza pública, ante los pobres ojos desarrapados de pescadores, prostitutas, moribundos de oficio y clérigos, mis hechizos, mis pócimas y mis ungüentos, para calmar el mal de amor, librar los cuerpos de la peste o cesar el escorbuto… Una vez más repetiré mi hazaña en aquel siglo de gentes apestosas y esquinas fétidas, de asaltantes de ligera suela y de reyes de carruajes de oro… Que estas palabras una y otra vez me revivan a tu lado, amada mía entre mi acá menos remoto, hecha de huesos de luz y sangre sin edad, y que el día menos largo y cóncavo de todos, me veas arribar undívago a la orilla de la sed y la lujuria que sólo habitas en ese tiempo neblinoso donde soy, otra vez, el monje ebrio que siempre se enamora de tu locura sin límite, música sin campanario que oigo aún muerto…

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Nació en Zipaquirá el 24 de noviembre de 1977. Participó en los colectivos literarios Fundación Siembra, Zaguán de Poesía y Los Impresentables. Es Hermano de la Salle. Publicó el poemario Estación del fuego en 2007. Ha obtenido varios reconocimientos literarios: Primer puesto en el II concurso “La memoria de nuestros pueblos”: Homenaje a los estudiantes caídos en soledad" (2013); mención en el IX concurso Bonaventuriano de Cali (2013); mención en el XXVI concurso de Poesía y Cuento de la Universidad Externado de Colombia (2013), segundo puesto en el XII concurso de poesía Eduardo Carranza (año 2014) y mención de honor en el XII Concurso Bonaventuriano de Cali (2016). Ha publicado artículos y poemas en varias revistas literarias. Colaboró como columnista en la revista digital Vórtice (2015).