Ahora, treinta y siete años después, a mis setenta y tres años, mi salud perfecta no obstante mi rictus deformado por una cierta mueca de sarcasmo cuando llueve, vestido de riguroso desasosiego, bebedor insaciable de miradas taciturnas, dueño de mi tranquilidad de nido en reposo, pleno de abrazos; señalo en la balanza de mis años los abismos que debo a mis amigos, y la luz vertical de los árboles que soy. Y aunque sólo de olvido me recuerde, aún me sacio de las mieles silvestres de la soledad dentro de mí y lamo la leche cenital de Afroditas poco cuerdas; cómplice del asedio, del asalto al olvido en la mitad de la noche, noctámbulo en esta página, noctívago de presunción, ceniza o sed que asecha de tumbo en tumbo, y con bastón de ciego, tantea las orillas del mundo.
Este blog es personal e intransferible. Aquí también escriben mis personajes literarios.
lunes, 28 de septiembre de 2015
Cogua
Las calles de Cogua
las recorro en mi memoria.
Esas casas pequeñitas de barrio turbio
que ceden al olvido su cuota de pájaros,
y los lotes anegadizos
llenos de andamios de sombra,
con lluvia de por medio
y largas tempestades de sueño.
Foto extraída de la página de facebook de la Alcaldía de Cogua, Cundinamarca.
lunes, 31 de agosto de 2015
El perseguidor
Un día poco usual, soleado por cierto en esas regiones lluviosas de la tierra, me levantaré y recordaré mi pasado como dulce sueño antes de bajar al río, darle de comer a las gallinas y a los cerdos, ordeñar las vacas, y preparar el desayuno de la abuela. Mientras tanto seguiré huyendo de Teseo para evitar que me asesine, corte mis cuernos y se los lleve a su padre; mi asesino pretende descifrar la ruta de sombra sin necesidad de Ariadna, de su luz, de su hilo cálido y elástico que lo sostenga al tantear entre la sombra y la tristeza; yo, lluviosamente apresurado, escribo los signos que me esconden detrás de estos muros de arena que crecen, se elevan más arriba de los altos días y de la altura del fuego que me parió –mi cuerpo de animal solitario no añora ni el viento ni el mar ni el amor-; sólo sé que mi perseguidor se extravía entre las almas dolorosas, juega en la humedad que ni lo recuerda, recorre patios inútiles buscándome; busca detrás de estos muros que se bifurcan infinitamente, que se alargan en laderas, barrios deslumbrantes, lotes de barro lluvioso, casas de techos cóncavos; olfatea crepúsculos agrios que blanquean estatuas, espera al viento entre los árboles; quizá aéreo su lamento que yo oigo entre las palabras que se parecen a sus gritos, a sus pies, a su silencio; mira estas huellas resbalando, los susurros zigzagueando por la autopista que rodea, atraviesa las calles equidistantes de la nada que bordea el profundo centro delirante de este laberinto donde vivo.
Yo, que añoro ese día -poco usual lleno de sol para vivir sobre la tierra-, vivo ahora en retrospectiva indefinida alterando sin tregua el tiempo sin origen, por ello, regreso a la era que me vio nacer minotauro mental dentro del laberinto de estos anegadizos libros, mariposa de lluvia más allá del agua, inmortal que quiere ser mortal el resto de sus días.
Texto seleccionado en el Concurso de Aventuras organizado por Letras con Arte. Agosto 31 de 2015.
jueves, 20 de agosto de 2015
Yo
1.
Así
voy construyendo mi corazón:
de árboles, hoja a hoja,
de silencio baldío, de tierra,
y de olvido.
2.
Soy un desde
y un entonces.
Una tarde.
Soy escombros.
Lluvia.
Soy brisa
y uso zapatos de lluvia.
Días
sueño
ayer.
Absorto de naufragios,
sucesivo,
me borran
las huellas al sur,
hacia las brisas.
3.
En el colegio
estudiaba las palabras
que caían de los anaqueles
o de la boca de los profesores.
Revisaba su geometría dorada,
sus aristas luminosas,
medía sus fatigantes vértices,
calculaba sus longitudes ideales,
oía su sonoridad de caracola
y situaba las palabras a contra luz
para observar su transparencia,
para ver su vientre de rocío
y su cuerpo
advenedizo a los presagios
y al aburrimiento,
exploraba sus territorios sitiados,
parcelados por la gramática,
y hallaba sus grietas de vasija de barro
por donde huían los suspiros de Dios.
Y escribía estas palabras en el viento
que descocía mis zapatos
por correr tras el invierno.
Así
voy construyendo mi corazón:
de árboles, hoja a hoja,
de silencio baldío, de tierra,
y de olvido.
2.
Soy un desde
y un entonces.
Una tarde.
Soy escombros.
Lluvia.
Soy brisa
y uso zapatos de lluvia.
Días
sueño
ayer.
Absorto de naufragios,
sucesivo,
me borran
las huellas al sur,
hacia las brisas.
3.
En el colegio
estudiaba las palabras
que caían de los anaqueles
o de la boca de los profesores.
Revisaba su geometría dorada,
sus aristas luminosas,
medía sus fatigantes vértices,
calculaba sus longitudes ideales,
oía su sonoridad de caracola
y situaba las palabras a contra luz
para observar su transparencia,
para ver su vientre de rocío
y su cuerpo
advenedizo a los presagios
y al aburrimiento,
exploraba sus territorios sitiados,
parcelados por la gramática,
y hallaba sus grietas de vasija de barro
por donde huían los suspiros de Dios.
Y escribía estas palabras en el viento
que descocía mis zapatos
por correr tras el invierno.
La casa
1.
Dibujo sus contornos de niebla
y lleno sus salones fantasmas
de un olor a distancia marina
y un quejido de aldaba sola.
Coloreo el corredor de angustia
que conduce a mi desasosiego
y construyo esta casa de suspiros.
Las palabras crecen como esta casa
levantada sobre los días y los sueños.
2.
En mi casa
visto de viejo grito
como una ventana
entre las grietas del aire,
como una gotera
al bajar
los escalones
de las obsesiones
y los sueños.
Humedecer la noche
es un grito.
Dibujo sus contornos de niebla
y lleno sus salones fantasmas
de un olor a distancia marina
y un quejido de aldaba sola.
Coloreo el corredor de angustia
que conduce a mi desasosiego
y construyo esta casa de suspiros.
Las palabras crecen como esta casa
levantada sobre los días y los sueños.
2.
En mi casa
visto de viejo grito
como una ventana
entre las grietas del aire,
como una gotera
al bajar
los escalones
de las obsesiones
y los sueños.
Humedecer la noche
es un grito.
viernes, 19 de junio de 2015
CUADERNOS DESTRUIDOS
Acá me sangran los dedos
con sólo extraer estas
palabras de su sitio.
Las pulo bajo el silencio
puro,
roca dura
y deforme.
Una cadena arrastro cuando
escribo,
cuando cavo entre las
palabras de la mina.
El rostro se me tizna de
oscuros adjetivos
y visto del color de los
presentimientos.
De tanto picar esta música
incrustada y deforme
mis manos son un mapa
sangriento.
Mi cuerpo se dobla por el
peso del silencio
donde socavo la fuerza.
La lluvia rompe mis
zapatos con su furia.
Y hasta el aire no es sino
una mínima derrota,
una mínima derrota
arrendada
y un pequeño olvido
prestado.
Llueve mientras escribo
encadenado al aire obrero,
mientras un tren espera en
este renglón
a sus pasajeros vestidos
de recuerdos.
Traducción al Eslovaco de Cuadernos Destruidos
Por Martina Capova
ZNIČENÉ ZOŠITY
Krvácajú mi prsty
Už len keď tieto slová vyťahujem
zo zásuviek.
Obrusujem ich v úplnom
tichu,
Tie tvrdé a neforemné
skaly.
Keď píšem, vytváram
z nich reťaz
Ako keby som kopal
v bani slov
Tvár sa mi začierňuje
tmavými prívlastkami
A odievam sa do farieb
mojich predtúch
A keďže toľko hrám
túto vyšperkovanú a znetvorenú melódiu
Moje ruky sa menia na krvácajúcu
mapu
Moje telo sa zohýba pod
tiažou ticha, už nemám silu.
Dážď zúrivo trhá moje
topánky.
A ešte aj vzduch je iba malá
útecha,
Malá prenajatá útecha
A malé požičané zabudnutie.
Prší kým píšem v tomto utrápenom
vzduchu
Zatiaľčo v tomto riadku
vlak čaká
Na svojich pasažierov
oblečených v spomienkach.
Primer Puesto:
II concurso "la memoria de nuestros pueblos":
Estudiantes caídos en soledad"
2013
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